Artículos

Última milla inteligente: cómo superar el desafío más costoso de la logística

Las entregas urbanas están viviendo una revolución. Microhubs, vehículos autónomos, inteligencia artificial y nuevas soluciones de trazabilidad están cambiando la forma en que los paquetes llegan a destino, reduciendo costos, tiempos y emisiones.

La logística de última milla – el tramo final que conecta un centro de distribución con el consumidor – se ha convertido en el desafío más costoso y complejo dentro de la cadena logística urbana. De hecho, este segmento puede representar hasta el 50% del costo total del proceso de entrega, siendo el punto más crítico en eficiencia, impacto ambiental y congestión. Con el auge del comercio electrónico y la demanda de entregas cada vez más rápidas, las ciudades enfrentan calles saturadas de vehículos de reparto y emisiones en aumento. ¿Cómo están respondiendo las empresas y ciudades innovadoras a este desafío? A continuación repasamos las soluciones más inteligentes que están transformando la última milla en un proceso más eficiente, sostenible y orientado al cliente.

Distribución urbana innovadora: microhubs y centros de consolidación

Una de las claves para mejorar la última milla es acercar la mercancía al cliente antes del reparto final. En lugar de operar solo desde grandes depósitos en las afueras, surgen los microcentros logísticos urbanos o centros de consolidación dentro de la ciudad. Estos microhubs son pequeños almacenes estratégicamente ubicados cerca de los barrios de entrega. Al pre-consolidar los paquetes allí, se acortan las distancias finales y se puede repartir con vehículos más livianos como bicicletas eléctricas, triciclos de carga, motos o robots, en lugar de camiones voluminosos. Esto reduce drásticamente el tráfico de furgonetas en calles estrechas y las emisiones locales.

Un ejemplo pionero ocurre en Barcelona, donde el ayuntamiento impulsó microhubs que reparten con bicis eléctricas. Empresas como FedEx, DHL o la startup social Koiki descargan sus camiones en un pequeño depósito céntrico, y desde allí triciclos de carga realizan la entrega “última milla”. Según Enric Gallifa, gerente de la empresa de bicireparto Van Apedal, “cada furgoneta que llega transfiere la carga a tres o cuatro bicicletas, evitando que circulen camiones que a veces iban medio vacíos”, eliminando el absurdo de entregar un sobre con un vehículo de 3.5 toneladas. Los datos de Barcelona muestran que el 20% del tráfico urbano proviene ya de repartos, generando 40% de las emisiones móviles – por eso iniciativas así apuntan a una distribución más limpia. En otras ciudades europeas, distintos operadores incluso comparten centros urbanos de consolidación neutrales (como en Praga, donde varias empresas utilizan microhubs municipales) para repartir en conjunto con bicicletas eléctricas. Además, muchos microcentros incorporan lockers automáticos abiertos 24/7 para que los clientes retiren sus paquetes a la hora que prefieran, y sirven como puntos de recolección de devoluciones agilizando la logística inversa.

Los beneficios son claros: menos kilómetros recorridos, entregas más rápidas y menos contaminación en barrios densos. Un estudio de Accenture estimó que desplegar microcentros o micro-fulfillment centers (MFC) podría eliminar entre el 7% y 26% de las emisiones de CO₂ de la última milla para 2025, al reducir trayectos y facilitar el uso de vehículos eléctricos. Aunque abrir varios mini-almacenes urbanos implica costos inmobiliarios, la tendencia muestra que una “última milla descentralizada” será parte esencial de la logística sostenible en las grandes ciudades.

Vehículos autónomos y eléctricos: drones, robots y vans sostenibles

Otra revolución en marcha es la incorporación de vehículos autónomos y eléctricos para las entregas finales. En zonas de difícil acceso o con mucho tráfico, los drones repartidores han pasado de ser prototipos futuristas a programas piloto reales. Por ejemplo, FedEx en conjunto con Wing (de Google) lanzó en 2019 el primer servicio comercial de entrega con drones a domicilios en Virginia, EE.UU., transportando paquetes ligeros (medicamentos, artículos urgentes) en menos de 30 minutos. Estos drones de despegue vertical operan desde centros logísticos o incluso desde el techo de camionetas, entregan el paquete en el patio de la casa y regresan a su base automáticamente. Grandes retailers como Amazon también han invertido en flotas de drones para entrega “Prime Air” en zonas suburbanas de EE.UU. Aunque la regulación aérea limita aún su expansión, la promesa de entregas ultrarrápidas sin tráfico es muy atractiva para la última milla.

En tierra firme, los robots autónomos de reparto comienzan a rodar por veredas y calles peatonales en varias ciudades bajo proyectos piloto. Estos robots son vehículos pequeños de seis ruedas (del tamaño de un carrito) que se mueven a velocidad peatonal (~5 km/h) y están equipados con cámaras, sensores y radares para evitar obstáculos y personas. Pueden llevar paquetes pequeños – por ejemplo pedidos de comida, abarrotes o cajas de e-commerce – y usualmente son supervisados remotamente. Empresas como Starship Technologies ya tienen más de 2.000 robots operando en campus universitarios y barrios residenciales en EE.UU. y Europa, habiendo completado más de 8 millones de entregas autónomas hasta 2025. El destinatario recibe una notificación en su celular y un código único para abrir el compartimento del robot y retirar su paquete. Estos “repartidores sobre ruedas” no generan emisiones, descongestionan el tránsito vehicular y funcionan a toda hora; aunque avanzan lento, son ideales para trayectos cortos en zonas congestionadas donde una camioneta tardaría mucho más.

En paralelo, varias compañías están probando vehículos de reparto autónomos de mayor tamaño, desde furgonetas sin conductor hasta pequeños automóviles eléctricos diseñados para entregas. En Houston, por ejemplo, se han visto vehículos de la startup Nuro repartiendo compras de supermercado sin conductor humano. Se proyecta que el mercado global de reparto autónomo alcance unos 67 mil millones de dólares en 2028 (frente a 23 mil millones actuales), impulsado por la promesa de reducir costos laborales y operar flotas 24/7. Gigantes logísticos como UPS y DHL han invertido en esta área: UPS obtuvo en 2019 la primera certificación aérea para operar drones de reparto médico en hospitales, y FedEx probó un robot autónomo (Roxo) para entregas a domicilio. Si bien la tecnología aún debe afinarse y sortear regulaciones, es claro que el futuro de la última milla incluirá vehículos que se conduzcan solos.

Cabe destacar que la electrificación va de la mano de la autonomía. Muchas empresas están renovando sus flotas de reparto urbano con vehículos eléctricos para reducir la huella de carbono. DHL, UPS y FedEx han introducido furgonetas eléctricas y bicicletas de carga en ciudades europeas y de EE.UU. Por ejemplo, DHL opera sus Cubicycles (bicicletas de carga con asistencia eléctrica) en países como Alemania y Países Bajos, cada una capaz de llevar 125 kg de paquetes en un tráiler modular, reemplazando a las furgonetas en el centro de las ciudades. En Bélgica, DHL anunció que planea reemplazar al menos el 60% de sus vans por e-bikes de aquí a 2025. Por su parte, FedEx utiliza bicis eléctricas y vans a gas en el casco antiguo de Barcelona (Ciutat Vella) para llegar a calles estrechas con acceso restringido. “La gestión de la última milla será esencial, porque mientras aumentan las compras en línea también se incrementarán las restricciones a vehículos menos ecológicos”, afirma Sergio Millán, gerente de FedEx Express en Barcelona. En síntesis, vehículos más limpios y autónomos prometen entregas más rápidas y verdes, con menor costo operativo a largo plazo gracias al ahorro en combustible y personal.

Inteligencia de rutas: software para optimizar entregas

La “última milla inteligente” no sería posible sin el componente digital. Las empresas logísticas están aprovechando software avanzado e inteligencia artificial (IA) para diseñar rutas de entrega más eficientes en tiempo real. En lugar de depender de rutas fijas o la intuición del chofer, modernos sistemas analizan tráfico, clima, eventos urbanos y hasta el historial de compras de los clientes para recalcular al momento el mejor recorrido posible. Estos algoritmos pueden reagrupar entregas sobre la marcha, evitar atascos o calles cerradas y asignar pedidos al vehículo óptimo según su ubicación, reduciendo kilómetros recorridos en vacío. El resultado: menos tiempo en la calle, menos combustible consumido y entregas más puntuales.

Un caso emblemático es el de UPS con su algoritmo de optimización ORION (On-Road Integrated Optimization and Navigation). Este sistema de IA procesa datos de más de 250 millones de ubicaciones y 55.000 rutas diarias, buscando la secuencia ideal de paradas para cada camión. ORION introdujo tácticas ingeniosas – famosa es la regla de minimizar los giros a la izquierda para ahorrar esperas y disminuir riesgo de choques – y logró reducir 100 millones de millas recorridas por año en las rutas de UPS. Esto equivale a un ahorro anual de 300 a 400 millones de dólares en costos y 10 millones de galones de combustible, evitando alrededor de 100.000 toneladas de CO₂ emitidas En otras palabras, la IA le permitió a UPS hacer más entregas con menos camiones en circulación, beneficiando tanto al negocio como al medio ambiente. Del mismo modo, DHL usa su sistema “City Hub” para que un algoritmo decida qué paquetes cargar en contenedores modulares que se acoplan a bicicletas de carga, optimizando cada recorrido urbano.

Esta inteligencia de rutas también mejora la experiencia del cliente: al optimizar horarios se pueden ofrecer ventanas de entrega más precisas y evitar retrasos. Muchas plataformas logísticas hoy incorporan aprendizaje automático para predecir la demanda y ajustar la distribución de vehículos por zona cada día. Incluso startups latinas como Liftit o 99Minutos (operando en México y Colombia) emplean IA para planificar rutas dinámicas en ciudades caóticas, reduciendo hasta un 30% los tiempos de entrega según sus reportes. En resumen, las matemáticas y los datos se han vuelto aliados indispensables para superar la complejidad de la última milla, donde cada minuto y cada metro cuentan.

Trazabilidad y conveniencia: la entrega centrada en el cliente

Finalmente, “inteligente” también significa hacer la entrega más cómoda y transparente para el destinatario. Los consumidores de hoy valoran poder seguir su envío en tiempo real y tener opciones flexibles de recepción. Por eso las empresas han desplegado una serie de soluciones de trazabilidad y conveniencia:

  • Seguimiento en tiempo real: Gracias al GPS en los vehículos y a aplicaciones móviles, es común que el cliente pueda ver en un mapa dónde viene su paquete o recibir alertas de su estado. Por ejemplo, Amazon, UPS y otras ofrecen apps que muestran cuántas paradas faltan para la entrega, o envían un SMS con un enlace de rastreo en vivo. Esta visibilidad reduce la ansiedad del comprador y disminuye entregas fallidas, ya que el cliente se prepara para recibir. Tradelog, empresa logística con más de 25 años en el mercado argentino, destaca que la gestión de transporte con GPS y apps móviles posibilita la ubicación en tiempo real de los paquetes, acelerando tiempos y reduciendo costos. Además, brindando acceso a esa información al cliente se mejora su experiencia de compra y se genera fidelidad.
  • Lockers y puntos de recogida: Para quienes no pueden estar en casa a horario de entrega, se han expandido los lockers inteligentes y puntos de retiro en comercios. Un locker es un gabinete automatizado, accesible 24/7, donde el courier deposita el paquete y el destinatario luego lo retira con un código único. Empresas como Amazon (con sus Amazon Lockers en supermercados y estaciones), DHL (Packstations en Europa) y Correos en España han instalado miles de estas taquillas. En Alemania, por ejemplo, DHL ya tenía 4.000 Packstations en 2019 con más de 12 millones de usuarios registrados y planea duplicar la red para 2025. Los lockers ofrecen doble ventaja: el cliente decide cuándo y dónde recoger su paquete de forma segura, y la empresa realiza una sola entrega consolidada (llenando todos los casilleros de una ubicación) en vez de múltiples intentos casa por casa. Esto último reduce costos y vehículos circulando. Asimismo, muchos lockers permiten gestionar devoluciones: el comprador puede dejar el paquete a devolver en el mismo casillero, simplificando la logística inversa.
  • Entregas programadas y alternativas: Las compañías también ofrecen opciones como elegir franjas de entrega (ej. entrega nocturna o en fin de semana) e incluso servicios de economía colaborativa. Un modelo en auge es el crowdsourcing de entregas: plataformas que conectan a particulares dispuestos a entregar paquetes en sus propios vehículos (similar a un “Uber” de paquetería). Esto incrementa la capilaridad y permite entregas el mismo día bajo demanda. Si bien no es adecuado para todos los casos, en ciudades saturadas puede acelerar envíos urgentes aprovechando viajes ya previstos de gente común. Otra iniciativa son las entregas en baúl de auto: proyectos piloto donde el repartidor puede depositar el paquete en el maletero del auto del cliente (abierto remotamente por una app), algo que Volvo y Amazon probaron en Suecia y EE.UU.

Gracias a todas estas soluciones, la experiencia de recibir un producto comprado en línea es mucho más sencilla y confiable que hace unos años. Ya es normal poder saber exactamente por dónde viene el repartidor, reprogramar la entrega si surge un imprevisto, o redirigir el paquete a un locker cercano con unos toques en el teléfono. La última milla se vuelve así “inteligente” también de cara al usuario, dándole control y opciones para que su pedido llegue de la forma que mejor se adapte a su ritmo de vida.

Superar el desafío costoso de la última milla requiere reimaginar por completo la forma en que movemos los paquetes en la ciudad. Las innovaciones descritas – desde hubs urbanos de proximidad hasta algoritmos de IA y drones – conforman juntas una hoja de ruta hacia una logística más eficiente, sostenible y centrada en el cliente. No existe una solución única mágica: el éxito radica en combinar varias estrategias inteligentes. Un microhub solo no resuelve todo si los vehículos que salen de él no son eficientes; un dron muy moderno de poco sirve si el cliente no está para recibir la entrega. Por eso, las empresas líderes integran infraestructura urbana, tecnología vehicular, software inteligente y servicios al cliente para optimizar cada aspecto.

En ciudades de Europa y Estados Unidos ya vemos el impacto positivo: menos camiones atascando el centro, menos emisiones por entrega, y consumidores más satisfechos recibiendo sus compras a tiempo. En Latinoamérica el camino recién comienza, pero compañías locales innovadoras como Tradelog están adoptando estas tendencias mundiales para no quedarse atrás, invirtiendo en tecnología de rutas, seguimiento en tiempo real y flotas sustentables para brindar un servicio más eficiente al menor costo. La última milla inteligente promete transformar nuestras urbes, haciendo posible que ese último tramo – tradicionalmente el más caro y problemático – se vuelva un eslabón optimizado que conecte a las personas con lo que necesitan de forma rápida y responsable con el entorno.